Hay un bando más o menos numeroso de Chorlitos dorados (Pluvialis apricaria) que acostumbran a invernar en una sierra septentrional gallega. Al final mismo de la dorsal, que se desploma de manera imponente sobre el mar, coexisten un mosaico de campos y brañas donde el bando, sin grandes movimientos, se encuentra a gusto.
Claro, una cosa es que subas a verlos y lo consigas casi todos los días y otra muy distinta es que consigas burlar su distancia de seguridad, entrar en su círculo de confianza, y conseguir sacar una foto más o menos decente. Esto pasa muy pocas veces...
Pero...siempre hay días que casi, casi...
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